sábado, 2 de julio de 2011

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Musica y color

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LA PLATA.- Por un momento se pensó que todo había conspirado en contra de este arranque de la Copa América, cuya ceremonia inaugural prometía ofrecer "algo nunca visto". A las complicaciones con el tránsito camino al estadio Ciudad de La Plata (ver aparte) se sumó un frío que podía desanimar a cualquiera. Tal vez por ello, mucha gente optó por acercarse sobre la hora del partido y tolerar así, de mejor modo, la dura inclemencia climática. 


Música y color
redundó en que la fiesta arrancara cuando aún mucha gente estaba en camino y sólo con entre un 60 y 65 por ciento de asistencia en las tribunas. Una lástima, pues no hubo demasiado tiempo para entrar en clima, ya que la esperada ceremonia transcurrió en menos de una hora. De todos modos, lo que se buscó transmitir, le llegó al público que ya se había ubicado en su lugar.
En el medio del campo sobresalió, desde temprano, una semiesfera, que por obra y gracia de los numerosos reflectores y demás artilugios técnicos, mutaría varias veces de decoración: desde una pelota de fútbol hasta el planeta tierra, pasando por una maravillosa mixtura de colores en los que se entremezclaron las banderas de todos los países participantes del certamen.
Pasadas las 20.20 se apagaron las luces del estadio (esta vez, voluntariamente, y no como en otras oportunidades, en las que los cortes se sucedieron cuando nadie los esperaba) y apenas diez minutos más tarde comenzó un desfile escenográfico de bailarines con trajes de luces. La mutación de los colores provocó efectos magníficos en la oscuridad de la noche platense, para entonces iluminada apenas con tenues reflejos de la mencionada semiesfera.
Mientras un niño ingresó con una casaca argentina de antaño y una pelota para homenajear a los orígenes del certamen, varias pantallas proyectaron numerosas imágenes de momentos que atesora la historia de la Copa, con los desbordes de Omar Corbatta y los goles de Gabriel Batistuta entre muchas otras postales del ayer. Se escucharon entonces los primeros aplausos, señal de que la gente, de modo muy lento, iba metiéndose en clima a pesar de la gélida noche.
De todos los modos posibles, las enseñas patrias se entremezclaron una y otra vez, con lo que la ceremonia dejó en claro su mensaje: la hermandad de los países de esta parte del planeta.
Si se necesitaba una inyección anímica para colaborar con la entrada en calor, surgió la figura del cantante Diego Torres. En un escenario que proyectaba luces celestes hacia el cielo, el artista apareció acompañado por su colega brasileña Ivete Sangalo. Entre ambos le dieron sonido a la noche con la interpretación del tema que identifica al certamen: el pegadizo "Creo en América", perfectamente ensamblado a la idea generalizada de dar un mensaje de unión.
Con el regreso de la luz a pleno, los jugadores del seleccionado argentino salieron a realizar los movimientos precompetitivos con los arqueros haciendo punta. Fue entonces cuando quedó en evidencia que Carlos Tévez continúa siendo (por lejos) el futbolista preferido de los hinchas, ya que su presencia fue acompañada por una ovación, a diferencia del resto, a los que apenas se les tributaron algunos aplausos.
Era hora de medir fuerzas y entre la aparición del conjunto boliviano y el comienzo de las acciones, sólo quedó lugar para los himnos nacionales. El grupo Azul Azul interpretó el de los visitantes y Soledad Pastorutti le puso su voz -a capella- al argentino. Sólo quedaba que la pelota empezara a rodar...